Se acerca el día de la madre y si no me hubiera pasado el fin de semana ayudando a mi hijo mayor a pintar flores con cartones de huevos ni me habría enterado hasta el día en sí. Ser madre significa básicamente eso, hacerte tu propio regalo. Lo mejor, cómo insistía una y otra vez que no eran para mí y acto seguido sonreía diciendo "menuda sorpresa te vas a llevar el día de la madre".
A mí, que soy una madre muy práctica, me encanta recibir cestas de pan decoradas, piedras pisapapeles, collares de macarrones y delantales pintarrajeados pero si pudiera hacer una lista con lo que verdaderamente deseo para el día de la madre esta tarde sería:
- Que la gente de mi oficina dejase de lavarse los dientes en los baños comunitarios después de comer. Para mí es un acto de intimidad muy cercano a hurgarse la nariz. Escupir babas sangrientas en público no te hace mejor persona. Existen los chicles.
- Que hubiera una ley que no permitiera utilizar términos como "pizca" o "un poco" o "abundante" en recetas de cocina. También tengo problemas con los grados Fahrenheit y los Celsius pero puedo solucionarlos con una buena tabla. Para "añadir lo que le falte" "quitar cuando esté listo" y "en su punto" no hay tablas que sirvan.
- Que los manuales de instrucciones de los discos duros externos, teras con TDT , Blue Ray's portátiles e impresoras Wi-Fi dejen de venir en siete idiomas de países desconocidos en donde dudas que haya conexión a internet y el idioma que entiendes sólo contenga cómo solucionar problemas que tú no tienes.
Ala, a ver si hay suerte este año y no me toca un marcador de libro con forma de rana.
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